Crecieron y dejaron de estar de moda. O al menos algunas de las prácticas del estilo de vida abanderado por la generación que vivió la transición entre la era previa al internet, su establecimiento y explosión; además del nacimiento y consolidación del uso de las redes sociales. Y el asunto es que, dicho estilo de vida, caracterizado entre otras cosas, por la ausencia del compromiso, o el mínimo de éste, hoy tiene consecuencias visibles, e incluso cuantificables.
Han pasado ya alrededor de 10 años desde que el término millenial se popularizó y, en el actual 2023, después de la Pandemia, es posible ya visibilizar e incluso tener números concretos que revelan algunos efectos de las decisiones del estilo de vida de los nacidos entre 1980 y 1994.
Datos publicados por NPR y Los Ángeles Times, apuntan que, por ejemplo, las mujeres de Corea del Sur, no quieren tener hijos. Algunas escuelas del país, tuvieron sólo un alumno en 1er grado; algunas incluso, no tuvieron ninguno. En 2022, hubo más muertes que nacimientos: la tasa de natalidad fue la más baja de todo el mundo (0.78). Dicha situación trajo consigo una política de incentivoseconómicos del gobierno a quien decida tener hijos, incluidos subsidios para la manutención de
ellos.
Del mismo modo, la decisión de eludir la paternidad o los compromisos de largo plazo en las relaciones de pareja, en muchos casos, supone la humanización de las mascotas, el crecimiento exacerbado de dicha industria y la elección de una gran demografía de entre 23 y 37 años, de perros o gatos como compañía, y ello ¿hace más indolente a esta generación a los asuntos humanos y traslada las preocupaciones hacia el mundo animal?
Por otro lado, las decisiones de adoptar estilos de trabajo ya sea por elección o por un mundo laboral precarizado, mas “flexible” ¿en qué lugar deja las pensiones y planes de retiro? La ausencia de fondos de ahorro para el retiro, que anteriormente fueron conquistas de los trabajadores, y que el estado o las empresas prestaban a sus empleados, hoy cobra un sentido completamente diferente.
Para quienes en otro momento histórico ya tendrían 10 o 15 años trabajando en un mismo espacio laboral, el día de hoy se advierten en una situación de incertidumbre no sólo económica sino incluso existencial.
Los medios de comunicación, y sobre todo la publicidad, prometieron un mundo que, a falta de hijos ofrecía una vida de viajes, “libertad” y “eterna adolescencia”; pero, el tiempo hoy hace otras preguntas y muestra los caminos a los que las decisiones que hace una década parecían “Cool”, han llevado.
Sin embargo, el momento vital de quienes se acercan a los 40 sin hijos, muchos de ellos sin propiedades o contratos restrictivos, puede también ofrecer, la construcción de un legado para quienes vienen detrás, aunque no necesariamente sean sus hijos y así, la posibilidad de encauzar una existencia significativa para los millenials.