Esto podría ser el futuro corralito: a sus 53 años de edad, el ultraderechista Javier Milei, asevera que será un presidente que cambiará los cimientos de Argentina porque dedicará todos sus esfuerzos a destruir todo lo que para él, desde su visión como economista neoliberal y anarcocapitalista, no funciona en el país austral.
Por lo pronto, anuncia medidas contundentes: la dolarización de la economía, cierre del Banco Central, la privatización de empresas estatales estratégicas y de medios de comunicación; la reducción de los ministerios de veinte a ocho.
Mientras sus partidarios, algunos con motosierras, celebraban en las calles de Buenos Aires el triunfo arrasador de Milei en la pasada, segunda vuelta electoral, en los supermercados reetiquetaban a la alza el precio de los bienes más básicos: la economía argentina acumula en lo que va de 2023 una inflación del 80.2% (hasta agosto pasado) pero interanual es del 124.4% y el FMI estima que cerrará 2023, en más del 140 por ciento.
“No hay para churrasco, solo para lo más básico”, declaraba ante la televisión española una educadora de Córdoba, esta ciudad fue decisiva para darle el triunfo a Milei respecto de su contendiente, el oficialista Sergio Massa.
Massa miembro de la coalición gobernante Unión por la Patria (antes Frente de Todos) de tendencia peronista y progresista, se desempeñaba como ministro de Economía. En determinado momento, parecía que saldría victorioso, pero en la segunda vuelta arrasó el voto de la ira que además deja un panorama complejo para la gobernabilidad porque en el Congreso Milei no cuenta con la mayoría apenas tiene 38 diputados (el Congreso está formado por 257 miembros) y ocho senadores (el Senado tiene 72) y tampoco tiene gobernadores afines.
Que ganase Milei ha sido una sorpresa y que lo hiciera con un amplio margen, de once puntos, también lo ha sido; ningún analista lo tomaba en serio para ser el nuevo presidente de Argentina.
En Buenos Aires, en la segunda vuelta, obtuvo el 57.3% de los votos frente al 42.6% de Massa; en Santa Fe, duplicó los votos del peronista con el 62.9% para La Libertad Avanza y el 37% para Massa; lo mismo en Córdoba, Milei obtuvo el 74.1% de los votos respecto del 25.9% de Massa y en Mendoza, también arrasó con el 71.3% de los votos porque Massa solo obtuvo el 28.6 por ciento.
Nadie se lo creía ni adentro, ni afuera: la gente está acostumbrada a verlo como un showman en los medios de comunicación, llamando la atención con sus estridencias y todas las ocurrencias que pasan por su cabeza, como el destruir a martillazos y con una motosierra, una maqueta a escala del Banco Central de Argentina. “Lo vamos a tirar todo abajo para levantar una nueva Argentina, vamos a ser libres”.
Al final, los argentinos han votado no con la cabeza, sino con el estómago, con hambre y con rabia (hay más de 18 millones de argentinos sumidos en la pobreza es el 40% de la población) creyendo que más mal ya no les puede ir y poniendo sus destinos en manos de algunas fórmulas ya conocidas en Argentina como la dolarización (1 de abril de 1991) y las privatizaciones. Aunque Milei, plantea además una drástica reducción del gobierno, más la privatización de la salud, de la educación y su agenda económica neoliberal choca por otro lado con sus ideas cerradas frente al matrimonio homosexual, las leyes transgénero, el aborto o inclusive es un férreo negacionista del cambio climático.
“Hoy comienza el fin de la decadencia, no hay vuelta atrás… basta del modelo empobrecedor de la casta, hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad para ser una potencia mundial», anunció Milei en su primer discurso como presidente electo.
De la libertad ha hecho su bandera política, la ha tomado como un talismán y hasta eligió el Hotel Libertad para convertirlo en su oficina de campaña acompañado de su hermana Karina Milei considerada en parte su mentora y mano derecha.
Ya hay quienes se preguntan si habrá una cacería de brujas no solo contra Massa y el actual presidente argentino, Alberto Fernández y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a quienes señalan con el dedo por hundir más al peronismo con sus escándalos de corrupción a tal punto que se han quedado como la primera minoría del Congreso. Milei, por el momento, ha dicho que no va a perseguirlos.
El antisistema que emula a Trump
El próximo 10 de diciembre, Milei que se define a sí mismo, como un antisistema, asumirá su cargo como presidente y estará abocado a cumplir sus promesas de campaña: por lo pronto, lo primero que quiere es parar la sangría del peso, frenar la salida de capitales, crear un entorno de confianza para las inversiones y dolarizar la economía y frenar la inflación galopante.
Y habrá decisiones que, al concernir a la Constitución, necesitarán pasar por el Congreso y allí las cosas no serán fáciles para Milei que deberá demostrar primero, una gran capacidad de negociación y diálogo; y segundo, mano derecha para ceder a los opositores ciertas cosas a cambio de sus votos. Por ejemplo, la no persecución política de los anteriores gobernantes, de hecho, ha sido muy astuto el expresidente Mauricio Macri y la excandidata presidencial, Patricia Bullrich, ambos de Propuesta Republicana, en darle abiertamente su apoyo.
Aunque también Milei ha deslizado que habrá decisiones populares porque estarán avaladas por plebiscitos “para que hable la voluntad de la calle” a favor de la transformación del país.
Ya en campaña dijo que él estaba en contra de la Ley del Aborto; y también ha reiterado que plantea descentralizar el sistema de enseñanza dando vouchers o cheques educativos a los padres que elijan a qué colegios enviar a sus hijos quitándole así la potestad de manejar el sistema educativo a los gobiernos de cada provincia.
«No hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para las medias tintas. Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales que los argentinos necesitamos, nos dirigimos derecho a la peor crisis de nuestra historia”, afirmó en cadena nacional.
Dentro de la agenda económica, Milei quiere reducir drásticamente el gasto público en un 15% del PIB, de hecho durante su campaña utilizó una y otra vez, una motosierra para de manera histriónica mostrarle a sus seguidores cómo cortará el gasto.
Desde que ganó Milei, que se percibe como un predestinado, ha reiterado en los medios de comunicación que “hoy comienza el fin de la decadencia” aunque sigue sin decir cómo instrumentará todo lo que ha prometido comenzando por una dolarización inmediata: la economía argentina necesita contener la fuga de dólares y un soporte de 35 mil millones de dólares para sostener la paridad, uno a uno, del peso frente al dólar.
Si desaparece al Banco Central y lo sustituye por una agencia menor, las reservas podrían ser utilizadas para avanzar en la dolarización de la economía argentina.
Al respecto de esta decisión, el economista español, Daniel Lacalle, opina que la economía argentina ya está muy dolarizada porque tiene ahorros en dólares y hace transacciones en dólares.
“No me parece que ese sea el problema, dolarizar es muy fácil pero hay que tener reservas para hacerlo y se requiere igualmente un ajuste fiscal y una reducción del gasto”, explica.
Lacalle recuerda que la moneda argentina es una moneda fallida consumida por la inflación y la decisión de Milei de eliminar el Banco Central obedece a la razón de que ahora mismo tiene reservas netas negativas. “Ya está eliminado en sí mismo”.
“Se trata de una entidad quebrada eso es lo que mucha gente no entiende que la economía argentina tiene una moneda que nadie quiere, que no da confianza y es un banco central que no está cumpliendo su función porque está quebrado. Hay que buscar una manera de que esos pasivos del Banco Central queden cubiertos con activos de la economía real”, destaca.
¿Qué tan rápida será la dolarización? Esa respuesta solo la tiene Milei que viene pidiendo al actual gobierno de Fernández que no vaya a agudizar la salida de capitales, ni la devaluación, en el tiempo que le resta en el poder al peronismo, hasta el próximo 10 de diciembre.
Eliminación de ministerios y vouchers
En los días más recientes, el presidente electo de Argentina, ha comenzado a nombrar a los ministros de su gobierno que constará de ocho ministerios y ha elegido sobre todo perfiles tecnócratas y profesionistas de pensamiento liberal.
Los ochos ministerios que estarán funcionando son los siguientes: Economía, Relaciones Exteriores, Obras Públicas, Seguridad, Justicia, Interior, Defensa y Capital Humano. Este último ministerio, el de Capital Humano, será una especie de súper ministerio porque surgirá de la fusión de los ministerios de Desarrollo Social, el de Salud, también el de Trabajo y el de Educación.
Para Exteriores y Economía, Milei está analizando una serie de propuestas para incorporar a su gobierno a personas recomendadas por el expresidente Macri.
El mayor punto focal está en el ministerio de Capital Humano porque tendrá la clave de las directrices de Salud y de Educación pero también de Trabajo y de Desarrollo Social desde donde saldrán las políticas en materia de empleo y los programas de ayudas, estímulos y de subsidios.
Milei ha dicho que reducirá el gasto del sector público y hay inquietud por saber qué hará con los subsidios a la pobreza, al desempleo, las ayudas por género en un país en el que la pobreza ha incrementado un 35% en los últimos cinco años.
Para el economista libertario hay que elaborar políticas públicas transversales y para ello quiere introducir un sistema de váuchers o cheques en el renglón de la educación para las familias; la idea es que el gobierno, en lugar de subsidiar al sistema educativo, le dé ese dinero a las familias para que éstas paguen la educación de sus hijos en la escuela que ellos elijan sin que sea el Estado el que las obligue a escolarizarlos en un sitio determinado.
¿Es algo novedoso? En Argentina sí. Sin embargo, ya operó en su vecino Chile, fue aplicado durante la dictadura de Pinochet y el resultado, según los propios pedagogos chilenos, fue desastroso.
“Generará más problemas como el crecimiento de la desigualdad en el acceso a la educación y endeudamiento de las familias que intentan insertar a sus hijos en la universidad”, externó Alfonso Godoy, docente y dirigente gremial chileno.
El dirigente recordó el origen de este sistema de vouchers: “Es una idea del economista Milton Friedman y fue desarrollada en la década de 1960 por varios países como Chile, Colombia, Nueva Zelanda y Suecia inspirado en el modelo holandés”.
¿Cómo funciona? El Estado entrega a los padres una cantidad de dinero por cada hijo en edad escolar con el que se abonarán los gastos del centro educativo, en el que elijan matricularlo.
Milei que es seguidor de las doctrinas de Friedman cree que esto traerá eficiencia en los centros educativos que deberán disputarse ser elegidos por los padres para matricular allí a sus hijos. Sin embargo, Godoy dice que el sistema no termina funcionando así en la práctica y que solo traerá más desigualdad en sociedades con problemas arraigados de desigualdad.
En el mismo sentido se ha pronunciado Oscar Oslazk, experto del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, al considerar que el impacto real dista mucho del objetivo marcado. “La gratuidad de la educación está recogida dentro de la Constitución”.
Todo depende de a dónde vaya dirigido ese voucher sea a la oferta o a la demanda. En el caso de Holanda, funciona desde principios del siglo XX, pero la administración pública da ese cheque escolar directamente a las escuelas por cada alumno. Y cada provincia, tiene potestad sobre del sistema educativo que no está centralizado, sino descentralizado.
En el caso de Argentina, Milei cree que hay que privatizar la educación, quitarle la gratuidad, y darle los vouchers o cheques escolares directamente a las familias; lo que se teme es que pueda, este mecanismo, ser utilizado con fines políticos dárselo a la gente si es afín o no a Milei…